Sunday, April 21, 2024

Querido Diario IV

Dolor y paz.

A diferencia del dolor físico, el dolor emocional no se puede ver.

Recuerdo una intoxicación que tuve y sé que sentía que me iba a morir, pero ya no puedo recrear las mismas sensaciones. Tampoco puedo recrear el dolor del parto de mi hijo. Ya pasó, tuvo un inicio y un final.

Al dolor emocional, en cambio, no tengo que recordarlo... Ahí está, despertándome a la una de la mañana con una pesadilla. Lo que logro contener estando despierta me gobierna en el mundo de los sueños, me recuerda lo que aún no se supera.

El dolor emocional no se ve, pero es ampliamente más demoledor.

¿Algún día tendré paz en un mundo donde él sea feliz con otras parejas?... Las lágrimas me dicen que no.

Soñé que entraba a Internet a ver fotos y lo veía a él sonreír con dos mujeres muy bonitas... Lo veía en un lugar campestre, como el lugar donde él trabaja y el mismo donde también trabajé. Las dos mujeres que ví eran compañeras de trabajo. Yo no he querido hacer eso... No he querido buscar la más mínima información, y en el sueño mi cerebro me bombardeaba con todas las posibilidades. Me estoy torturando indirectamente y justo hoy, porque mi hijo me mencionó que había visto el apellido de la susodicha en el computador del papá. El niño todavía le cree al papá cuando le dice que sólo es una compañera de trabajo.

Esas búsquedas de imágenes simuladas conectaban con imágenes donde él y yo teníamos relaciones sexuales por última vez, y como efectivamente pasó, él me hacía sentir como un ser inferior... Alguien a quien ya no deseaba y que ya no lo satisfacía, a quien le daba gusto dejar atrás para tener el camino libre. 

En el sueño me preguntaba si las relaciones con ellas habían empezado mientras él aún estaba conmigo... Qué pensarían las personas que me habían visto con él allá y ahora lo veían en otras compañías... Y esto lo he pensado despierta, ¿Quién sabe que este hombre aún no ha firmado el divorcio, figura legalmente como un hombre casado,  y hasta de beneficiaria me tiene?... Ella lo sabe, y no le importa. Tampoco le importa llevarse a mi hijo a un paseo de amanecida, ni que el papá le diga al niño que ella es una compañera del trabajo, y seguramente tampoco le importó esperar a que el niño se durmiera para copular con el papá en el mismo cuarto.

Luego, me veía a mí misma cargando al niño. No sé por qué estábamos allá, donde él trabajaba, en la madrugada. Trataba de hacerme camino entre el pantano, esquivando peligros. En algún momento dormimos en la calle, junto a animales callejeros. Me desperté en medio de una pelea con alguien... Desconsolada. No voy a tener paz.

Hoy, cuando vino a dejar al niño, el tipo se puso frente a la puerta. Yo le he pedido que no lo haga. Le he dicho que no le quiero ver la cara. Yo no lo miré, pero sentía la rabia del descaro. Sé que él cree que el tiempo va a borrar las heridas... Quizás espera que algún día llevemos una buena relación, que "se me pase". La ignorancia. 

Me gustaría tener el don de transmitir emociones a través del tacto... Que yo pudiera tocar a alguien y que esa persona pudiera sentir el voltaje que me ha quemado a lo largo de los años. Si yo pudiera hacer eso con él, no creo que lo resistiría. Está demasiado acostumbrado a evitar el dolor y no podría con el mío. Quizás así sentiría vergüenza de hacer pasar a una persona por todo ese infierno... Este infierno en vida. Pero no tengo el don y lo que yo he sentido es un cúmulo de emociones que solamente yo conozco.

Es domingo en la madrugada y probablemente él esté roncando a su lado. Ya tuvieron sexo, él trató de pensar en otras cosas para no eyacular pronto (que si le costaba con una mujer a la que despreciaba, seguramente más con carne fresca y jóven), y ahora su edad le pasa factura. Necesita dormir. Ella tendrá el sueño pesado, o ya se habrá acostumbrado a que su novio cuarentón casado rebuzne mientras duerme... Y yo estoy escribiendo esto.

Veo a través del ventanal con infinita desesperanza. Recibir mi propio apartamento, graduarme de otros programas, viajar... Todas esas dichas serán pasajeras. El dolor me va a alcanzar mientras Dios le permita seguir viviendo.

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